La carretera interprovincial Iquitos – Nauta debería ser una vía de integración, un eje de desarrollo, una arteria que conecte a dos de las ciudades más importantes de nuestra región. Sin embargo, hoy es sinónimo de abandono, riesgo y frustración. Cada kilómetro recorrido se ha convertido en una prueba de paciencia para los transportistas y en una pesadilla para los pasajeros que la transitan diariamente.
Basta recorrerla para comprobar la realidad: tramos destruidos, baches profundos, zonas erosionadas, falta de señalización y ahora, incluso, sectores totalmente intransitables debido a intervenciones inconclusas. El reciente caso en el kilómetro 48, donde una obra mal ejecutada por la Gerencia Regional de Transportes y Comunicaciones de Loreto ha dejado la vía casi cortada, no es más que la muestra de una irresponsabilidad institucional que pone en riesgo la vida de cientos de personas.
Durante años, los gobiernos de turno han prometido la rehabilitación definitiva de esta carretera. Han habido anuncios, presupuestos, fotografías y conferencias de prensa. Pero la realidad en el terreno siempre desmiente el discurso político. Hoy, con las primeras lluvias intensas de la temporada, la carretera vuelve a mostrar su fragilidad y confirma que las soluciones aplicadas son apenas parches temporales sobre una infraestructura que exige intervención técnica y seria.
Los transportistas interprovinciales, que todos los días conectan Loreto y Maynas, ya no saben a quién acudir. Las protestas, los plantones y las reuniones con autoridades han quedado en promesas vacías. Mientras tanto, los vehículos se dañan, los pasajes aumentan y los usuarios, entre ellos estudiantes, comerciantes, pacientes, trabajadores, pagan las consecuencias de la ineficiencia del Estado regional.
El problema de fondo es que en Loreto aún no entendemos que una carretera no es solo asfalto, sino una herramienta de desarrollo. Una vía segura y funcional permite el acceso a mercados, a servicios básicos, al turismo y a las oportunidades. Pero una carretera como la Iquitos–Nauta, deteriorada y peligrosa, solo genera aislamiento, pérdidas económicas y desconfianza ciudadana.
Resulta indignante que, mientras se destinan millones a proyectos de dudosa prioridad, no se pueda garantizar una infraestructura digna para el principal corredor vial de la región. El Gobierno Regional de Loreto debe asumir su responsabilidad con hechos y no con discursos. Los loretanos merecemos transparencia, planificación y resultados visibles, no más anuncios que se diluyen con la próxima lluvia.
Además, urge que el Ministerio de Transportes y Comunicaciones intervenga de manera directa. No se puede seguir tratando la carretera Iquitos –Nauta como un asunto local. Es una vía de importancia estratégica para la Amazonía peruana, y su mantenimiento debe ser prioridad nacional. La inacción no solo agrava el deterioro físico, sino que expone a los viajeros a accidentes con consecuencias fatales.
Finalmente, como medio de comunicación, reiteramos nuestro compromiso de dar voz a los transportistas, usuarios y comunidades afectadas por este abandono. No se trata de atacar a una gestión, sino de exigir responsabilidad y respeto por una región que no puede seguir aislada por culpa de la negligencia. La carretera Iquitos – Nauta no necesita más promesas: necesita soluciones reales, duraderas y, sobre todo, voluntad política.
Porque cada bache, cada derrumbe y cada tramo intransitable de esa carretera es un recordatorio doloroso de cómo el olvido institucional sigue frenando el progreso de Loreto. Y mientras no se corrija esa ruta, literalmente, el desarrollo de nuestra región seguirá atascado en el barro.






