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Comunidades mantienen bloqueo del río desde hace 19 días y advierten que no desistirán hasta recibir respuesta del Estado.
Desde la capital distrital de Alto Nanay, Santa María, los pobladores continúan manifestando su indignación ante los graves daños ambientales y sociales que viene generando la minería ilegal en la cuenca del Nanay. Representantes de diversas comunidades arribaron ayer a la zona para expresar su respaldo a la medida de lucha que mantiene bloqueado el tránsito fluvial en el río desde hace 19 días.
Delegaciones de cuatro comunidades participaron en una asamblea en la que expusieron los perjuicios que afrontan sus pueblos, especialmente por la escasez de productos de primera necesidad debido a las restricciones en el transporte. Aunque los desacuerdos entre grupos comunales estuvieron a punto de generar enfrentamientos, finalmente se logró restablecer el diálogo y alcanzar una tregua temporal.
Los dirigentes sostienen que detrás de estos incidentes se encontrarían personas vinculadas a la minería ilegal, que estarían intentando debilitar la protesta con el fin de permitir la libre navegación de embarcaciones destinadas al abastecimiento de insumos para sus actividades ilícitas.
Los pobladores responsabilizan al Estado por la falta de presencia efectiva en la zona, señalando que los operativos interinstitucionales no han logrado erradicar las dragas ni frenar el avance de los mineros ilegales, que continúan afectando la calidad del agua y la seguridad de las comunidades ribereñas.
Para el próximo jueves 6 de noviembre, los líderes comunales convocaron una reunión ampliada en Santa María, donde se espera la participación de representantes de las 23 comunidades que integran la cuenca del Nanay. El objetivo será definir acuerdos conjuntos y nuevas medidas de acción en defensa del territorio y de los recursos naturales.
Mientras tanto, las familias de Alto Nanay reiteran su pedido urgente al Gobierno central para que intervenga con firmeza y garantice la protección del río Nanay, considerado una fuente vital de agua para la ciudad de Iquitos y las comunidades amazónicas que dependen de su caudal.
